Agradezco, en primer lugar, su interés por estas andanzas y aventuras. Pues compartirlas para mí resulta igual de grato que realizarlas. Nada sería Aquiles sin Homero, y los hechos se disuelven como la onda líquida en el mar inmenso si no existe el cronista que los hace permanentes en su descripción o el artista que les da nueva forma.
A continuación paso a sintetizar las crónicas de mi cruce del Atlántico, -esta vez, a lo ancho-, desde la isla de Gran Canaria (España) hasta Turcas y Caicos (Caribe). (Detalles técnicos al final del texto - fotos adjuntas-) Y aclaro que hablo de “mi” cruce porque no podré hacer más que contárselos desde mis ojos.
Primer semana: ceñida violenta
Zarpamos el viernes 1 de diciembre de Las Palmas de Gran Canarias por el norte. Preparar el barco nos llevó una semana de trabajo moderado, ya que tuvimos una pérdida en la bomba de aceite del motor y hubo que preparar los repuestos. Una ola revuelta y violenta nos acompañó hasta que pudimos izar las velas y disfrutar de unos 25kt de través cerrado que nos acompañaría hasta pasar las islas. Pensarán ustedes que un trimarán se mueve menos que un monocasco pero no es así, pues los primeros 5 días toda la tripulación -sin excepción- se la pasó vomitando.
Hay momentos en que toda la ansiedad y el esfuerzo acumulados se sosiegan en la infinita indolencia y reposo de la naturaleza.
Al tercer día tuvimos que hacer una entrada en la isla de Hierro, la última hacia el oeste, porque habríamos tenido un problema con la conexión de gas. Un detalle tan sencillo como el movimiento del barco hizo que se desconecte el regulador de la garrafa y la misma se vació. Pudimos resolverlo en tres horas (con papá al teléfono) de forma muy eficaz. Los siguientes días nos tocaron vientos de proa fuertes (25-30kt), los bordes eran desmoralizantes [aquellos no navegantes se enterarán en este momento que no se puede navegar en contra del viento, sino realizar un zig-zag para poder avanzar]. Con el plan de seguir la ruta hacia el sur para encontrar vientos favorables buscamos un compromiso entre el camino mas corto sin bajar tanto aún hasta los vientos Alisios (esto nos sumaba 500 millas más hasta Cabo Verde). Las singladuras era cortas, promediando las 100mn, y todo abordo era malestar, tensión y frustración.
Transcurrí mis días en solitario cruzándome con mis 3 compañeros solo en los cambios de guardias (que son 3 de 2h), sin hablar de otra cosa que los vientos, los chubascos y el rumbo. Se consideraba una virtud no hablar innecesariamente en la mar. Las olas eran grandes, la mar hostil, todo lo que se toca vestía un manto de sal. Vacío y pesado dilátase el tiempo en la abominable soledad.
Me alegraba la idea de que el reloj, incansable, iba acortando el tiempo. Ahora, el flojo, el indolente placer de la nada, me molestaba.
Conocí a un escritor que después de decir cosas lindas de la mar, tuvo que pasar por un huracán del Pacífico y se convirtió en otro hombre. Pero, después de todo, ¿dónde estaría la poesía del mar sin sus formidables olas?
Segunda semana - Recreo de calma
Ya había descubierto que no era bueno estar sola, así que me hice acompañar por cuanto me rodeaba, a veces del Universo entero, otras con mi propia insignificancia; pero los libros fueron siempre mis mejores amigos.
Miraba el horizonte en busca de alguna historia, el espíritu humano es muy proclive a las grandiosas concepciones de seres sobrenaturales, y el mar es precisamente su mejor vehículo. Desde entonces he sostenido largas charlas con el hombre en la luna, que se ganó mis confidencias durante el viaje. Ahora me hallaba en comunicación espiritual con lo que me rodeaba.
La Providencia fue atenuando su violencia, las olas ya no pegaban latigazos en el casco y el spray ya no rociaba el barco con su velo blanco. La calma permitió mantenernos de mejor humor y despiertos, de modo que promovimos relacionarnos. ¡Hasta abrimos un vino! Brindamos, bailamos, y todo comenzó a saborearse mejor.
La vista era en verdad soberbia, pero a nadie le gusta estar mirando indefinidamente algo cuando se tiene calma, así que me alegró notar, por fin, la breve palpitación del mar anunciando el viento que sopló al segundo día.
Lejos de aquella popa con Spinnaker que existe en los cuentos de hadas, pudimos al menos disfrutar de varios días de pesca, ceviche, ballenas, noctilucas, estrellas fugaces, peces voladores, delfines, delfines con el lomo noctilucado, y los regalos que nos brindó el mar. Cada mañana salía el sol por la popa y cada atardecer se zambullía por la proa. Nos hemos hecho un mundo aparte que nos reservaba sus más asombrosas maravillas.
A los pocos días pusimos el asimétrico. El viento tensaba las velas, y todos a bordo gozábamos del mejor humor al ver ya tan cerca el final del primer capítulo de nuestra aventura.
Tercer semana - Los Alisios
El barco en éxtasis avanza indolentemente; soplan los perezosos vientos alisios; todo le inclina a uno a la languidez. Casi siempre, en esta vida en el trópico, a uno le envuelve una sublime ausencia de acontecimientos: no se escuchan noticias, no se leen diarios, no hay números especiales con informes sobresaltadores sobre vulgaridades que le engañen a uno excitándole sin necesidad; no se escucha hablar de aflicciones domésticas, fianzas de quiebra, caídas de valores; nunca preocupa la idea de qué habrá de comer, pues todas las comidas, para tres semanas y más, están confortablemente estibadas en la alacena, y la minuta es inmutable.
Hago propósito de mencionar la rutina de ejercicios que armamos con Lucas, el solarium para broncearse de 12 a 16hs, la cocina que antes nos turnábamos para no estar, ahora se convirtió en la actividad más deseada.
El calor del mediodía es insoportable, Lucía y Brian se baldean todas las tardes, y la necesidad de dormir proviene de las reminiscencias que trae asociadas.
Me siento adormecida en tal desatención drogada de ensueño vacío e inconsciente por la cadencia mezclada de las olas y los pensamientos, que cada tanto pierdo mi identidad; tomo el místico océano a mis pies por la imagen visible de esa profunda alma azul y sin fondo que penetra la humanidad y la naturaleza; y cualquier cosa extraña, medio vista, elusiva, y hermosa, que se me escapa, cualquier aleta que asoma, confusamente percibida, de alguna forma indiscernible, me parece la encarnación de esos elusivos pensamientos que sólo pueblan el alma volando continuamente a través de ella.
En este encantado estado de ánimo, mi espíritu refluye al lugar de donde vino, se difunde a través del tiempo y el espacio. No hay vida en mi, ahora, salvo esa vida mecida que me comunica un barco que se balancea suavemente, y que él toma prestado del mar, y el mar, de las inescrutables mareas de Dios.
Cierto es que si ignoramos el futuro, no hay problemas en el presente. Se tarda diez días para adquirir un hábito nuevo y de esta revelación me prendo hoy para querer seguir navegando hasta el infinito. Mi alma ha tomado la forma de este barco y de este horizonte sin tierra.
Semana 4 - Turks & Caicos
¡Ganamos el Mundial! Nos enteramos por Inreach, nuestro sistema de conectividad satelital. Llegaban algunos mensajes de nuestra hinchada de tierra con el minuto a minuto hasta que, de un segundo a otro, el aparato se puso histérico. No le alcanzaba el tiempo para reproducir los sonidos de los mensajes que entraban, todos juntos, a comunicarnos la noticia. Brindamos con un tinto y milanga con fritas para recordar que seguimos siendo Argentinos.
Ya estamos en la recta final. Hoy, 21 de diciembre, asumimos que pasaríamos navidad navegando. La inquietud de la cena nos invadió en simultáneo: las verduras frescas las habríamos terminado y solo quedarían enlatados y alguna carne congelada. “Qué bueno sería un gran pez.” Pensé en voz alta.
Y una vez más la mujer propone y la vida dispone. Pocos minutos después de levantar la mesa sonó la alarma de la caña de pesca. Brian y Lucas tuvieron que luchar juntos mientras Lucía y yo bajábamos el Parasailor. El pez iba y venía, de proa a popa, se veían sus reflejos dorados a través del agua, sacudía la línea con violencia. Una hora más tarde logramos acercarlo a la banda y allí estaba, ¡Un Dorado de 20kg!, nuestro banquete de navidad.
Pasamos nochebuena a bordo, el mismo día habríamos pescado un atún rojo que también entró en nuestro banquete. Y esperamos con ansias llegar a destino!
La primera vez que vi costa sin gente tuve una abrumadora sensación de conquista, de carabela que avista tierra, de Cristobal Colón. Imaginé playas inhóspitas, sin huellas en la arena. Contemplé el mar como si nunca antes lo hubiera visto. Cuantas veces somos salvados sin darnos cuenta... !
Lo que pueda contarles de Turks & Caicos no será mucho mas de lo que vivirán ustedes si algún día visitan la isla. Un hermoso rincón del Caribe!
Detalles técnicos:
-Embarcación NEEL 51 (trimarán)
-3 tripulantes profesionales + invitada
-vel crucero: 6kt (50• AWA mínimo)
-Pañol: mayor c/3 rizos, staysail, genoa, asimétrico y parasailor.
-SOG max: 14kt (con asimétrico)
-TWS max: 32kt
-TWS promedio: 12kt
-Consumo total de combustible: 650lts
-Watermaker con producción 100L/h
-Conectividad: Iridium Thales / Garmin Inreach -Paneles solares con banco de baterías 48, 24 y 12V + alternador.