Me llamo Enriqueta, y hace unos años me di cuenta que no sabía hablar. Conozco el significado de las palabras, las pronuncio bien y no tengo ningún problema al decirlas, sin embargo cuando hablo no expresan lo que quiero comunicar. Tergiversan mis conceptos, que salen de mi cabeza de manera amorfa, y el engranaje que se encarga de darles identidad con palabras parecería no funcionar muy bien. ¿Qué hacemos entonces, aquellas personas que no podemos expresarnos hablando? El lenguaje verbal es tan trascendente que en un mundo donde los textos parecen ser triviales, las personas que no pueden expresarse a través del habla suelen condenarse como seres vulgares... pero tengo algo a mi favor, ¡Las redes sociales! Quisiera saber cómo se lleva a cabo en persona una respuesta que puede sintetizarse con un emoticon. O como uno, mirando a los ojos al receptor, puede tomarse una pausa para pensar lo que le parece acertado responder sin que la otra persona se pregunte que nos está pasando. Ahí es cuando caigo en aquel diálogo banal y estúpido por el que estoy contándoles esto. Ese diálogo con respuestas de mentira, que las formulo únicamente para que sea un diálogo, porque si por mi fuera tal vez no respondería nada. Tal vez "clavaría un visto", haciéndole entender que sus 140 caracteres ya se terminaron, que va por los mil, o más...
Por eso le digo al lector que la próxima vez que se quiera comunicar conmigo en persona, sepa que lo hago mucho mejor por escrito, y que la idea de las cartas no es obsoleta si expone mis habilidades para expresarme que con el diálogo verbal indudablemente se anulan. Que no se asuste si me tomo un minuto para pensar la respuesta, si estoy contemplativa, y que no me juzgue si no respondí lo que hubiera esperado, que hace algunos años me di cuenta que no sabía hablar.